Contra la tristeza y el desaliento busca remedio en Jesús, que nos ha dicho: "Venid a mí todos los que estáis atribulados..., que yo os aliviaré" (Mt. 11, 28). Piensa que Jesús te ama con amor inmenso y de predilección, y que jamás te abandonará. Por lo tanto, aunque no sientas su amor, acude a Él: "Jesús, Tú sabes y ves mejor que yo mismo el estado de mi alma; si en alguna cosa te he faltado u ofendido, perdóname y llena de paz y alegría mi alma, porque aunque yo no lo sienta, no dudo de tu amor y de que me amas con amor de predilección. Yo también quiero amarte con todo mi corazón. Quiero dártelo entero, sin dividirlo. Esta es mi única ocupación: amarte en el trabajo y en el descanso, en tiempo de paz y en tiempo de lucha...".
En resumen: vive siempre contento y en paz, porque Jesús siempre te ama con predilección, y también porque tú amas muchísimo a Jesús, aunque no sientas el amor que Él te tiene ni el que tú tienes a Jesús. padre Manuel García Nieto S.J.
