¿Quién eres tú, dulce luz que me llenas e iluminas la oscuridad de mi corazón?
Me conduces igual que una mano materna
y si me dejas libre
no sabría ni dar un paso.
Tú eres el espacio que envuelve todo mi ser y lo encierra en sí,
abandonado de ti cae en el abismo de la nada,
donde tú lo elevas al Ser.
Tú, más cercano a mí que yo misma
y más íntimo que mi intimidad,
y aún inalcanzable e incomprensible,
y que todo nombre haces renacer:
Espíritu Santo, ¡Amor Eterno!
Santa Teresa Benedicta de la Cruz O. C. D.