(A su hermano Ramón al jubilarse): Ya sé que dejas tu parroquia. Creo te costará habituado a tu vida apostólica; pero ya debemos con alegría pensar más en el cielo que en la tierra; allí nos esperan todos los nuestros, y sobre todo nuestro Padre celestial. Avisémonos mutuamente cuando el señor nos avise que se acerca la hora de ir a El, lo cual no debe entristecernos, sino llenarnos de gozo, esperando el perdón de nuestras miserias de su infinita bondad y misericordia, y aquel abrazo eterno lleno de gozo.
padre Manuel García Nieto S.J.