Tu Salvador cuelga ante ti con el corazón abierto. Él ha derramado la sangre de su Corazón para ganar el tuyo. Tu corazón tiene que estar libre de todo deseo terreno: Jesús, el Crucificado, será el único objeto de tus anhelos, de tus deseos, de tus pensamientos.
Santa Teresa Benedicta de la Cruz O. C. D.