Las distracciones [en la oración], aunque hemos de procurar evitarlas, será poco menos que imposible evitarlas totalmente; y hemos de sacar bien de ellas, humillándonos ante Jesús, manifestándole con humildad nuestra impotencia: que nos dé su gracia para estar atentos a su voz interior.
padre Manuel García Nieto S.J.