No juzgues interiormente. Reflexiona que pueden tener otras razones que tú no sabes para obrar de aquel modo; y aunque no las tengan, lo verán de otro modo distinto que tú. Dios nos ha hecho desiguales: no hay dos personas enteramente iguales en lo físico, menos en lo espiritual. No pierdas el tiempo y la caridad juzgando, sino ¡a pensar y a amar al Señor en vez de juzgar!
padre Manuel García Nieto S.J.
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