No olvides que la obediencia es la inmolación de nuestra voluntad y personalidad en perfecto holocausto. Obedecer siempre es adelantar en nuestro camino de ida al cielo; poco importa si el camino ha sido más o menos dificultoso. Mira más a Dios y menos a ti mismo siempre y en todo.
padre Manuel García Nieto S.J.
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