Hay muchas almas santas que viven silenciosas y contentas sirviendo a Cristo, sin meter ruido, en puestos humildes. Dios las tiene preparado un puesto muy alto en el cielo. Ese es el camino para ser grande y feliz eternamente, no hay otro. La reina del cielo, María, lo ejercitó los treinta años de Nazaret y después continuó ejercitándolo hasta su muerte para ella.
padre Manuel García Nieto S.J.
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