Yo lo hacía así sin saber por qué, pero con el tiempo he sabido que era por una especial gracia y bendición de dulzura, con que el Señor me había prevenido.
Cuánto conviene tratar a todos con afabilidad y agrado, aun a los más rudos, y cómo es verdad que mejor partido se saca de andar con dulzura que con aspereza y enfado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario