Cuando teníamos que corregir a alguno, antes observaba si había en aquella labor alguna cosa que estuviese bien, y por allí empezaba, haciendo el elogio de aquello, diciendo que aquello estaba muy bien, sólo que tenía este y este defecto que, corregidos aquellos defectillos, sería una labor perfecta.
San Antonio María Claret
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