Puedes figurarte cuánto me acuerdo de ti, pues aun cuando estuvieras convencida de no volver a verla, es muy distinto a saber que ya no la tenemos en la tierra; es el tirón de la sangre y de algo que Dios puso en el corazón, que aunque no se quiera, este duele sin poderlo evitar al faltarle uno de los amores santos que el mismo Dios puso en el corazón. No cabe duda, es el gran don de la fe que nos hace palpar que nacimos para el cielo, que es nuestra verdadera patria y allí nos esperan todos.
Madre María Josefa del Corazón de Jesús, carmelita descalza
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