Mira siempre más a Dios y menos a ti mismo. Aunque te veas débil, Dios se ha empeñado en hacer de ti un santo. Responde a esos deseos de Dios, haciendo lo que puedas con la gracia, que debes pedir sin cesar al Señor. Dile con frecuencia que deseas ardientemente ser santo como Él te quiere, y no dudes que lo serás. No tengas miedo: Dios está en tu alma y con Él lo puedes todo y saldrás siempre victorioso.
padre Manuel García Nieto S.J.
