Ora mucho más y mejor cada día, buscando siempre la gloria de Dios lo primero y la salvación de las almas, poniendo siempre en primer lugar las más alejadas y olvidadas del Señor; que nos muevan el corazón a compasión (a amor compasivo, no a cierta como aversión o enfado con turbación y pérdida de la paz interior: esto nace de nuestro amor propio que aparece con frecuencia en nosotros sombreando nuestras buenas obras y pensamientos). Sintamos hondamente al ver tantas almas olvidadas y alejadas del Señor, su único bien, y oremos mucho por ellas; y por eso es necesario amar mucho. Jesucristo nos da ejemplo, su primera palabra en la cruz: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lc. 23, 34).
padre Manuel García Nieto S.J.
