El tener consolaciones o desolaciones no es estar mejor o peor el alma en sus relaciones con el Señor; fomenta mucho la humildad en tiempo de consolación, no creyendo ser un premio, sino un regalo de Dios, y la paciencia en la desolación, viendo en ella una prueba del Señor. Y todo lo que venga del Padre lo hemos de recibir con amor y alegría, sean regalos o pruebas.
padre Manuel García Nieto S.J.