Piensa más en el cielo (que es posesión de Dios y amado eternamente), para llevar con más firmeza las penas de la tierra. San Ignacio decía: "¡Qué fea me parece la tierra cuando miro al cielo!". Nosotros digamos: "¡Qué pequeños me parecen los sufrimientos de la tierra cuando pienso o miro al cielo que espero!. "
Non sunt condignae passiones..." ("no pueden compararse los padecimientos") (Rom. 8, 18).
padre Manuel García Nieto S.J.
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