Padre mío, tomad este mi pobre corazón; comedlo, así como yo os como a Vos, para que yo me convierta todo en Vos. Con las palabras de la consagración, la substancia de pan y vino se convierten en la sustancia de vuestro cuerpo y sangre. ¡Ay, Señor omnipotente! Consagradme. Hablad sobre mí y convertidme todo en Vos.
San Antonio María Claret
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