Hay mucho peligro de un obrar muy humano y poco divino, sin el cual el fruto será muy escaso o nulo. Ojalá me equivoque, pero creo que el amor de Dios está a poco nivel en nuestros corazones, y de ahí el poco fruto de nuestros trabajos, porque "neque qui plantat..." (1 Cor., 3, 7). El fruto siempre es obra de la gracia, aunque el Señor quiera que obremos nosotros también. Jesús dice muy, muy claro, que quien da fruto está unido con El, y en tanto en cuento esté a El unido; sino, nada (Jn., 15, 1-11). Hoy día éste es el gran peligro y defecto, aunque en los que trabajan en el apostolado.
padre Manuel García Nieto S.J.